De El Paisaje contiguo
LA CASA DEL HERRERO
Martillo y flor, la casa del herrero
abre su rojo corazón de fragua
entre los negros álamos y el agua
que bisela una orilla del sendero.
Se aleja el sol con silbos de arriero.
Y el campanario de sonora enagua
le habla al oído, cuando la piragua
del Ángelus remóntase a un lucero.
Torna el silencio al forestal contorno.
Duermen los fuelles. Y a la luz del horno
forja el herrero un sueño de ataujía.
La noche perfumada con tomillo
le acaricia la sien. Y pone un grillo
Cremedando el fragor de la herrería.
FINAL DE RUTA
Por dédalos y cantos
de oculta piedra; por
ergástulas de espuma,
por selvas de azafrán,
roquero derrotero
me acerca a tu poder,
ojos de blanca piedra
bebiendo un puro azul.
No sabe de la vida
la misma pura flor.
Sí sabe que en el sueño
la pura flor se da;
que el sueño está en la vida,
y amor abierto está
a toda piedra blanca
sin una blanca flor:
a toda soledad.
EPISTOLA A GARRY DAVIS
Fragmento
Amigo Garry Davis:
te escribo desde mi mesa de cemento
instalada en el centro de la calle,
entre guardias y señales de tráfico
y viandantes que airean su polilla.
Es un día cualquiera
y he salido a pasear mi corbata,
mis calcetines grises,
mi pañuelo…
Mi pañuelo es blanco y es de hilo
y me lo he puesto en la solapa.
Te escribo aquí para mejor sintonizar con la
trepidación del mundo.
Un perro lame mis venas
y las gentes disfrutan descubriendo comercios.
Sobre un florero aletea, suspenso, un gran pájaro verde…
Hoy no he ido al parque.
La pistola y la epístola me preocupan,
me cercan las monotonías.
En los profundos muros,
en las espesas capas de cemento,
en los pozos helados del asfalto,
allí donde la vida se hace turbia
como una alcantarilla,
y agónicos resbalan,
sin alas, pesadísimos, los días
muertos de luz, las noches, las semanas
de tanto madrugar, de tanto sueño
y cópulas torcidas,
muertos de tedio, sin pasión, sin odio…
La tierra está acabada de hacer en esta acera.
De El visitante
EL VISITANTE
El paso de los trenes, el copioso silencio
de la noche sitiada por obeliscos blancos,
el trazo de las horas sobre el opaco instante,
la turbia lluvia oculta detrás de las cortinas
y las inaccesibles arañas de cristal…
Palabras que resuenan como presos cantando.
La voz es una luz que se extingue en la noche.
El paso de los trenes detrás de las cortinas.
Dentro de las cortinas todo el enjambre azul.
II
Fueron llegando nuestros hijos.
Todos se parecía a aquel Mar
y llevaban sus nombres y el de todas sus cosas;
en sus ojos latía el brillo de sus olas,
y en sus corazones de hondura radiante
el amor infinito y el respeto
a sus padres y a Dios.
Nunca fue como entonces su tiempo de bonanza,
su cosecha fecunda de peces y corales
para exornar el cuello nacarado,
el brazo laborioso,
la frente vespertina de la madre
y el bello altar izado a Dios.
Nunca fue como entonces su tiempo de clemencia,
su alegría de vernos congregados,
de auparnos a su lomo iridiscente
y hasta nos dio la idea de construir la nave.
Fuimos así sus argonautas primigenios
y a solas con él aprendimos la ciencia de las estrellas
y el arte de los Descubrimientos
y todos sus secretos, que él mismo desvelaba
ante los ojos zarcos del asombro.
Nos adiestró a luchar contra sus propias sirtes
y a domeñar sus tempestades
y a utilizar sus vientos procelosos
y a burlar su iracundia, que él forzaba
para curtirnos la experiencia.
Cuando al fin regresaron nuestros hijos, el Mar
estaba lleno de cicatrices blancas;
mas contento y feliz de haberlos hecho fuertes y sabios…
Aquella noche quiso descansar.
De Cuello de botella
LOCOS FLOTANDO EN EL ESPACIO
Música en rotación
platillos volantes
medallas en el pecho de Dédalo
se aproximan peleles con escafandras
las ingrávidas fans asidas a los cables
los salvavidas del Valvanera
en dirección oeste sobrevolando las azores
restos del hit hundido el damasquino casco del polo
las gafas de John Lennon el submarino para verte
a ti mi amor cabeza de medusa ombligo de Venus
cabeza de Beethoven encallada en la luna
-docter Gannon le necesitan en taormina
para poner en órbita unos ojos
ya sabe usted doctor
ponerles música.
medallas en el pecho de Dédalo
se aproximan peleles con escafandras
las ingrávidas fans asidas a los cables
los salvavidas del Valvanera
en dirección oeste sobrevolando las azores
restos del hit hundido el damasquino casco del polo
las gafas de John Lennon el submarino para verte
a ti mi amor cabeza de medusa ombligo de Venus
cabeza de Beethoven encallada en la luna
-docter Gannon le necesitan en taormina
para poner en órbita unos ojos
ya sabe usted doctor
ponerles música.
LOCOS FLOTANDO EN EL ESPACIO
Música en rotación
platillos volantes
medallas en el pecho de Dédalo
se aproximan peleles con escafandras
las ingrávidas fans asidas a los cables
los salvavidas del Valvanera
en dirección oeste sobrevolando las azores
restos del hit hundido el damasquino casco del polo
las gafas de John Lennon el submarino para verte
a ti mi amor cabeza de medusa ombligo de Venus
cabeza de Beethoven encallada en la luna
-docter Gannon le necesitan en taormina
para poner en órbita unos ojos
ya sabe usted doctor
ponerles música.
ELEGÍA FUGAZ
Todo habrá sido un martes de carnaval
los salones barridos raspadas las paredes
limpio de colgaduras el jardín
arandelas y plumas llenando el arcón
y nosotros corríamos hacia dentro
silencio
nace la abuelita
todos
la sentimos soñar con Tom Jones
(la pobre) dice aquí consérvese en sitio fresco
caducidad etcétera y el telegrama sin venir
y los chicos revolviendo en el desván
las baterías descargadas no hay peligro
de contaminación (aquí dice los bravos)
este apagón lo ha motivado un ovni.
De Estampido del gato acorralado
VUELO DE BOLSILLO AL PANTEÓN DE LOS DURAZNOS
Dulce tormenta, no llores,
en la noche las lluvias serán tu refugio,
vuelve a casa en tu barco de cielo
de pájaro espejo de gato amarillo al morder
una pluma de garza con tiernísima unción
entre negros duraznos.
BALADA DE LA SENDA QUE YA NO ES SENDA
Una senda añosa sin huellas de pisadas
una casa habitada por soledades
unos huertos en libertaria floración
éxodo de automóviles hacia playas de moda
he aquí los protagonistas.
El almendro se ha quedado solo
bajo la lluvia que ahora reza
bajo el sol que pasa del brazo de una canción
y la senda que ya no es senda
y la casa que es sólo un tambor.
En la teja nace el geranio
la puerta sólo al viento recibe
las estancias suenan como tambores
y están ciegas las ventanas
y la senda que sólo es senda
para la hierba desconsolada.
En la tierra no queda un surco
la chimenea sigue sin humo
en sus grietas anidan pájaros
hay una red de telarañas
las almendras en el suelo caen
y en el tambor suena la gotera.
Los brazos mozos se ausentaron
a cuidar una tierra distante
un hermano y el otro y el otro
y la viejita fue muriendo
secándose el aljibe
el huerto en la anarquía
y la senda sólo para el viento
y la estancia sólo para el polvo.
Atrás quedaron los protagonistas
bajo el sol tibio de una tarde
las ventanas sin un parpadeo
las almendras para los pájaros
la puerta para que penetre el silencio
la gotera para llorar el olvido
y la senda que ya no es senda
porque nadie regresa del tiempo.
De El Collar de Caracoles
LOS ÓRGANOS (fragmento)
Ante los ojos dilatados por el asombro de los turistas, se iba acercando lentamente una mole pétrea avanzada en el mar, que reproducía a la perfección un órgano gigantesco, alzado sobre el agua.
Una prodigiosa orfebrería de estalactitas y canales cincelados en la roca decoraba todo el frontis de la montaña, con la simétrica posición de los tubos y registros del más grandioso de los instrumentos musicales.
Chano, recreándose con la emoción casi mística de la joven, iba contorneando la roca, buscando los planos de máximo efecto, los contrastes de luz en aquella arquitectura trazada por el milenario discurrir de las aguas calizas, aproximándose cuanto podía a su base.
-¡Oíd…!-exclamo Arabella, transfigurada- ¡Qué música maravillosa desprende…! ¡Así soñé mi Sinfonía!
Pipes prestaba oído, un tanto escéptico.
– Ser ruidos del mar…¿Usted oír, Mister Chano?
El muchacho tardó en contestar, absorto en la contemplación de la joven:
– ¡Sí que es cierto; se escucha cantar ahí dentro!
MIENTRAS RUGE EL VOLCÁN (fragmentos)
…Chano se derrumbó jadeante en el banquillo y dio el primer impulso a la embarcación. Los otros lo ayudaron empujándola con fuerza. La barca se alejó velozmente, cabeceando al entrar en contacto con las primeras olas picadas…
Sobre el fondo sangriento del volcán la muchedumbre lo miraba sobrecogida, aproximándose silenciosamente a la orilla…
[…]La costa se adivinaba cercana, imprecisa en detalles…El esfuerzo había sido titánico, ya que el bote carecía de vela; y remaba de frente para mejor orientarse. Un extraño valor, un desprecio inaudito de la vida infundía fuego en sus venas y vigor diabólico en sus músculos. ¿Cuántas horas duraba su loca carrera hacia el volcán? No se entretuvo a pensarlo, como tampoco dejaba fijar en su imaginación los horrores que pudieron haber sucedido a Cayaya.¡ No! No quería pensar en nada que le distrajese de volar a su lado, de rescatarla de aquel infierno…
[…] Ya estaba en tierra…Trepó angustiosamente laderas arriba, en dirección a la cabaña, tratando de percibir cualquier rumor que pudiera orientarlo, llamándolos a gritos hasta enronquecer.
-¡Dios mío…!
Chano se detuvo mortalmente pálido, jadeante, a punto de desfallecer. Ya no conocía el sitio; todo aquello parecía un roquedal.