DEL LIBRO A LOS CUATRO VIENTOS
Maduran las espigas contra el viento
como crecen las llamas en la hoguera
y revienta el dolor que desespera
contra tanta injusticia y descontento.
Esta voz que me ha dado el sufrimiento
tan libre como el aire, cual si fuera
mi propia sangre, canta primavera
cuando en alas convierto el pensamiento.
Como un rayo encendiendo el infinito,
estalla en mi garganta ronco el grito
y amanecen la 1uces como un canto
tras los montes rompiendo el aire frío,
y lucho tras lo injusto con más brío
si quiero ser tan libre como el llanto.
DEL LIBRO LIVERPOOL
LIVERPOOL
Sobre vuestros curtidos rostros de paloma endurecida,
sobre vuestras sonrisa de sal y vino agrio, ya sobre los
duros cristales de la niebla,
está mi alma están mis ojos, amigos,
y sobre el último dolor de la tierra,
y sobre el último dolor de mis manos tanteando el duro
cemento de un puerta vacía,
y sobre la última agonía de las agujas está flotando mi
corazón, señores, mi corazón.
Por favor, abridme paso, dejadme cruzar este túnel de
plomo,
que quiero ser el primero en llegar con mi sangre a los
muelles de Liverpool.
………………………………………………………………………………..
Oh, Liverpool, Liverpool.
Y no es más que un triste cargamento de pescado que se
pudre,
y yo en sus piedras, un poeta que se cansa de sus mujeres
y de sus calles.
Oh, Liverpool, Liverpool.
Oliendo a sudor y a manos que se aburren en un vaso
turbio de ginebra.
Sobre fardos de algodón y de lino y de murciélagos,
o bajo la húmeda lona que cubre las mercancías,
duermen cuerpos humanos, brazos y piernas y cabezas de
plomo,
bajo la luz y bajo la niebla y bajo las sirenas que penetran
hasta sus oídos de lumbre enferma.
Eh, tú, que viene el alba como un tren descarrilado desde
las últimas colinas del mundo.
Ya las cubiertas se apagan, y a lo lejos sólo brillan las
estrellas
y del otro lado las tristes luces de vuestras calles,
y aquella boca fría de acento inglés,
y aquellos cabellos amarillos de lengua extraña,
Oh, yes, yes, miss Fly, I need you.
Sí, pero hemos de separarnos como la niebla que
abandona los altos puentes del mundo.
Un trasatlántico saludo, boy.
Oh, Liverpool, Liverpool.
Las mismas aguas untadas de aceite y las mismas carnes
de acero sobre ellas flotando,
y las mismas gorras sobre idénticos cráneos de agua y sal,
y los mismos brazos con sus anclas de tinta y sus sirenas
desnudas,
y un triste corazón en una esquina del brazo, oculto
como un perro frío,
y los mismos gestos, y las mismas fatigas, y los mismos
saludos,
y los mismos ojos que lloran la ausencia de otras carnes.
Ah, pero yo soy sólo un poeta sobre estas calles,
sobre esta simetría exacta, donde cada zaguán es un
vómito de vino,
donde cada cabeza es una bola de acero hundida sobre
los hombros,
donde cada esquina es como un filo de navaja, donde
cada portal es un grupo de sangre,
un vaso de sangre a la intemperie,
donde en cada ventana una joven inglesa se desnuda
fríamente,
donde una sombra de vino se pasea por los muelles
ofreciendo una bandeja de labios cortados,
ya enlazados en un nudo de sangre y de armonía,
donde yo, entonces, cubro mi rostro en otro rostro
para buscar el mío,
exactamente el mío.
Ah, pero el aire es frío y penetra por mis carnes duramente
y ya el alba en mis ojos duramente se agrupa, y
entonces me incorporo
y alargo hasta la bruma mi lengua española
y cuelgo mi esqueleto sobre un árbol para siempre de
mi carne.
Oh, Liverpool, Liverpool.
Good bye, miss Fly, mis extraños amigos, good bye.
Oh, Liverpool, Liverpool.
DEL LIBRO RITMOS ALUCINANTES
A trozos se nos cae
del negro lagrimal de la miseria
la ola que a bandazos nos empuja,
enrama con su espuma
las cárdenas ojeras de la noche,
cerro humeante, gris desesperación,
hacia el ojo que fragua
la línea imperturbable del futuro,
herreros de la aurora,
que tienden su infinita nebulosa,
sus brazos descarnados,
delirios de los días que se embarran,
del segundo a segundo que asesina
la escalinata azul, mortal de nuestros lechos.
……………………………………………………………………..
Quienes amasan vida,
se cubren de escorpiones,
de hienas las solapas,
de repugnantes gritos,
de hojalatas labradas por los negros
cinceles de la angustia,
y desatan sus vientres,
devoran la alegría de los pobres,
se comen a pedazos la verdad,
enriquecen sus hígados, voraces tiburones,
mastines insaciables,
tras la ley que enmudece la palabra
que clama impetuosa contra el miedo,
que impone sus pezuñas,
quien se come la harina del pan de nuestros hijos,
quien se oculta en la flor,
en la gran mariposa de los días,
deleznable gemir de la indigencia,
rata, carroña viva,
la verde llamarada de la tierra
morderá el corazón
con los dientes pulidos de la aurora,
con su brisa, su júbilo, su infierno,
para volver a ser, soñar con el trabajo,
la vida y la verdad
que a punto está de ser
fogonazo sin fin, maravilloso
del mundo que a rodar, catarata,
prodigio de los tiempos, volverá impetuoso
a los brazos del hombre,
a su luz liberada por los siglos
de los siglos, amén.
DEL LIBRO LOS AROMAS DEL HUMO
EL HUMO DE LOS PAJAROS
Cómo vuelan las hojas,
y el humo de las alas hacia el cielo,
y el aire hecho de plumas,
y el aire humo de flores,
y el amor que creamos día a día,
y el vuelo y la alegría,
y el canto en nuestros versos, cómo vuelan!
Cómo vuelan las olas,
tus cabellos, tus manos, tu sonrisa,
y el viento en tu vestido,
y el fuego de tus ojos,
y el alba que dormimos,
y el pájaro, los árboles, las playas,
y el amor que nos une, cómo vuelan!
Cómo vuelan y pasan
volando tantas horas,
mis labios en los tuyos,
y el vuelo de tu falda hecho una rosa,
y el agua y nuestra sed,
y la uva que cae del racimo,
y el soplo de la brisa,
y el trino, y nuestro amor
huyendo hacia los vuelos, cómo vuelan!
Y el humo de los pájaros,
y el aire, y las estrellas
cantando eternamente
al tiempo, a nuestros días,
oh, amor mío, cómo, cómo vuelan!
EL HUMO DEL AMOR
Si muero hasta quedarme
perdido ante tus ojos,
siguiendo tu sendero, extendiendo infinitos,
donde alcanzo tus senos,
tus senos, uno a uno, dividiendo mis manos,
huerto de nubes, lluvia,
placer de los jardines
hecho un mar de retamas,
hoguera de las flores,
versículos escritos para el cielo
que alfombra las mareas de la vida
por ser como la niebla que se pierde.
Si en tu alma me escucho,
si en tus manos se ahogan
los ríos encendidos de tu carne,
ánfora de mis horas,
peinándome los labios donde a vida
condeno el beso oscuro de la noche,
curvas, aladas ondas donde escucho
los mares implorantes de la vida,
la luz que se abastece en las caricias
que ríen deshojándome los versos,
cantando, amaneciendo
los ojos tan alegres que se asoman, curiosos,
como el alba a la piel que respiramos
por ver cómo galopan
los días, velozmente, hacia el color
del humo que alimenta
a diario el despertar de nuestros sueños
DEL LIBRO LOS ESPACIOS SOÑADOS
CARTAS
Pálidas,
envejecidas cartas volando tiempo,
escritura,
sobre viejos, renqueantes maderos,
olorosos armarios,
donde habitan las manos oscuras de la caoba,
y se ocultan tras las tapas de la ilusión
las páginas prohibidas
de un diario.
Cartas oliendo a lagrimas y risas,
con el aroma prendido a la luz
de la esperanza,
que un día volaron presurosas, tocando
insistentes a las paredes del sueño,
que tras los claros ventanales
de la aurora
ocultaron sus pensamientos,
y apoyaron sus manos de niebla a y cristal
en los jardines del pasado,
y se hundieron en las pálidas mejillas del tiempo,
donde escribieron versos los paisajes,
las playas inmensas, perdidas,
donde las nubes,
con alas de arena y ternura,
sembraron añoranzas,
buscando en la transparencia del agua
el lento y blanquísimo aleteo de las olas.
Donde un día se arrastraron los ojos
hasta el mar infinito del espacio,
para llenarlo de estrellas
y palabras creciendo,
volando ilusiones, cartas, ocultos amores,
rojas, ardientes cenizas como labios
de fuego, recuerdos, palabras,
esperando a que unas manos dibujaran,
sobre el calor sediento de las mías, un espérame,
amor mío, no me abandones, vuelve,
habítame, pájaro, ola de espliego, playa,
desnuda alegría,
para que pronto acudas a tu destino,
encerrando en los días grises del cielo
la hora del silencio,
la última y cortante cuchillada de un adiós,
punto final a un pasado,
ahora que acecha el oscuro buzón de la muerte
a que un ala,
un breve soplo de paz y ceniza
lo penetre, lo inunde con su nocturno aroma,
para siempre, sueño,
filo de luz que aprisiono en estos versos vestidos,
cubiertos de infinita tristeza,
de añoranza y melancolía.
DEL LIBRO LOS PÁRPADOS DE LA NOCHE
PALABRA
Palabra, sombra viva de esta noche
eterna del insomnio. Cómo duele
tu cuerpo, tu fragancia,
tu salvaje diluvio en mi cerebro,
creada para ser
ola en paz de los mares,
rebeldía y pasión
cubriéndonos de sílabas el cuerpo,
las piedras que yo amo
sonoras bajo el agua que deslizo,
perdida para siempre, en la nada, infinita,
inmensa flor creciendo en mi camino.
DEL LIBRO AZOTEA MARINA
VESTIMENTA DE LUZ
Amplias, bajo el cristal que techa el patio,
están altas y abiertas las puertas del jardín,
la luz que entra despacio hasta los juegos,
hasta el sillón dormido, hasta la alcoba
donde duerme el silencio de la noche,
descansan los armarios, las cortinas,
donde el perro se ovilla en el rumor
que viene de la playa, de la arena que juega
con la orilla del mar, de la risa y los niños,
de las rojas sombrillas bajo el fuego
dando sombra desnuda, vestimenta de luz
a los cuerpos perdidos sobre el tiempo,
cuando arriba, en la casa, desde el muro nos llaman,
nos piden que subamos, que la noche
ya enfría nuestros ojos, nuestros sueños.
CAMINO DE LA ARENA
Me gusta estar aquí
descubriéndole voces al color,
a los graves silencios del jardín,
en esta gran laguna del espacio
cocinando palabras, eligiendo promesas,
situando en la montaña los ojos, la esperanza,
y observar cómo se abren en las manos
las rosas, y el aroma de la noche
poner sobre los hombros del agua gris la frase,
la fragancia en los labios de la luz,
y elegir para el té la suavidad
de una voz, el camino de la arena, y del mar
la playa, el carrusel donde las olas
corren y danzan, liman la palabra
que dio piel a la flor, a la plaza del agua.
BLANCAS LETRAS
Se oscurece la arena cuando escribo,
igual que cuando pasa el mar su luz,
su ráfaga de sombra dibujando
tu rostro, abriendo calles, nuevos ojos
al frío del espejo, blancas letras
levantando paredes, cultivando paisajes
detrás de las montañas del olvido.
DEL LIBRO BLANCA ES LA SOMBRA DEL JAZMÍN
TIEMPO
NO SOMOS, amor mío,
sino sólo esta llama
esta sombra sin noche
reflejada en el día
que amanece.
ESPEJO
LA CHARCA de la orilla era el espejo
donde blanca la luz
se contemplaba.
EQUILIBRIO
SE PERDIÓ el equilibrio cuando el cielo
cayó rodando al mar,
y era sólo un espejo
quebrado en el vacío de la luz.
POEMA
QUÉ EXTENSAMENTE lúcido el amor
que penetró en la alcoba
donde estaban tus ojos.
IZAR LA VOZ
VOLVER A IZAR la voz para llamarte,
rodearla de viento,
llegar hasta tus ojos,
desnudarte en la orilla, y en la arena
húmeda, recostado, caer sobre tu rostro,
y olvidarme en tus labios.
LA LLUVIA DE LOS SUEÑOS
ESCRIBO la palabra,
la acomodo en el sueño,
la digo, la proclamo, la desnudo,
la acuño hasta el dolor, en el silencio,
la siembro y la despierto, la comparto,
amada, hasta en ti ser camino y luz,
la llave prodigiosa de los sueños
que busca en paz la puerta de tus labios,
el milagro que nunca me negaste.
INVIERNO
SON TRISTES los colores de la tarde
que lloran sobre el mar gris el invierno,
la soledad con fecha de silencio,
de abandono y olvido,
la playa ya dormida entre mis brazos.
DEL LIBRO OBJETOS
LÁPIZ
Del extremo te inflamas, de la cruz,
de la brasa que acude hasta morir:
tú, ceniza del sueño
que no suena.
ABANICO
Arañazo de aromas, a blancos los encajes,
el vuelo, el aire hablado de la flor,
y la lluvia que cae hasta los senos
tan firmes de la nube, a la pasión desnuda
donde habitan los sueños.
SUSPIRO
Sobre el pasto celeste de los cielos
se morían de amor
las azucenas.
DESENGAÑO
Se levantó una nube de aire frío
de la sombra y el sueño
que lloraba la noche.
DEL LIBRO PÁJAROS SIN PLAYA
ESPEJOS ENVEJECIDOS
Te busco en los espejos
envejeciendo olvidos, por los pasillos blancos de la voz,
cayendo hasta tus brazos,
donde sentir la noche uniéndose a la sombra,
prenderse de tu cuerpo: al insaciable
dominio del deseo.
BREVE DESEO
Sola quedó en el aire, y nadie supo
por qué roja la flor se nos dormía
dejando en nuestros labios
la brasa del deseo.
DEL LIBRO SILLAS
SILLAS
SON tiernas, son sonoras,
son críticas, graciosas, son tristes, son sarcásticas,
pulcras, almibaradas, pero todas
las sillas —pobres sillas—, las grandes, las pequeñas,
serán siempre amorosas, líneas humanas, sillas,
asientos simplemente:
sólo sillas.
SILLA DE ABUELA
YA vieja, dolorida, la silla de la abuela
que llora con sus años el pasar de la luz,
que sueña cuando cae la noche por sus hombros,
protesta su respaldo, sus reumáticas piernas, su dolor,
y frente al costurero unas gafas de oro,
un ovillo de luna tras la nuca, madejas de hilo blanco,
y la aguja y los dedos de ganchillo dibujándole encajes,
tapetes al respaldo de la tarde, y la abuela que duerme
desnudando en sus ojos la memoria,
y un libro de olas blancas, blancas, blancas,
de versos y más versos
caídos a sus pies.
SILLA DE MENDIGO
SILLA de piedra, gris, desnuda, al aire libre,
sorda, sin voz. Acera de cemento cubierta de baldosas,
del frío solidaria, con respaldo de muro;
mano, sombra mendiga, que alarga a la piedad
una ola vestida de tristeza, abierta al corazón;
una mano a la mano que no escucha, suplicante, encendida,
una mano al hermano, con su rostro sin ojos,
abierta a quien la quiera
tomar, y de esperanzas la cubra, generosa,
la queme con su óbolo,
su luz.
SILLA VIUDA
CALLADA, tras la puerta, está la silla
sentada sobre un mundo de pasos que se fueron,
oyendo cómo escapan, cómo vuelan
las horas, los pasillos, la voz de las paredes,
su infancia, la memoria, los ojos de un retrato,
la silla que no oculta
su triste
soledad.
DEL LIBRO CUARTOS
El
cuarto
ya no está solo
porque lo acompaña la cal blanca de la pared
y hemos subido de la playa
y nos hemos traído el ruido del mar
y el romper de sus olas
y un cubo de arena para extenderla
sobre el piso
y así poder escribir en ella
que el cuarto blanco es ahora
nuestra palabra y nuestros ojos en la tinta
de piedra donde siempre
nos vemos y escuchamos que aún el agujero
con su araña nos aguarda
porque es así
cómo camina este cuarto
en un solo
sueño.
Era
papel sólo
un trozo de escúchame
de ten piedad de esa arruga envoltorio de vida
confusa por una mano arrojada
y una luz dolorida
en su rincón papel de una escritura
lágrima negra como piedra de carne abandonada
y era la piel sola de la voz hecha palabra
que sólo pedía
para su amor unos ojos y clemencia
sólo tan sólo luz
para
su soledad.
Hasta
aquí pum pum
de nuevo hasta aquí
ante la puerta pum pum
de nuevo ante tus ojos de nuevo insistiendo
pum pum pero la piedra ya sólo
después de tantos esfuerzos
no abre pum pum ya no abre la puerta
porque ya ese hueco no existe
y sólo dios pum pum sólo dios que somos todos
ya no escucha
porque la palabra que él creó es tan sólo
pum pum sólo un vacío
que ya no acepta ser materia
sólo ojo todavía de la luz sólo ojo
que no pesa pero que aún toca pum pum
y lo hace
a nuestra puerta.
DEL LIBRO CELDAS
Todo
es nada y será polvo
polvo de la nada que no existe
pero sí sabemos por sagradas escrituras
que su idioma es el habla
habla de la poesía y de dios cuando habla
y cuando éste escribe
lo hace con el mismo idioma
de la nada
que dios dice cuando
al poeta
dicta.
Tras
la ventana de la celda está el frío
y la noche y tras sus cristales un ojo de vidrio
y ese ojo callado te observa
y también hay un pájaro pero el pájaro
no mira porque el pájaro
está muerto
y la rama que con el aire se menea
me toca a los cristales y hay ruido pero el aire
y el gato del jardín sí me miran
y me observan
y yo abro la ventana para que se vayan
de los cristales
y vuelva de nuevo
a mis ojos
el sueño.
DEL LIBRO ESA LUZ QUE NO QUEMA
El
banco de la plaza
es sólo ahora el rostro de madera
del anciano que adormece en su soledad
la voz de aquel niño
que aún recuerda cómo tras las palomas
corría y por no alcanzarlas
cómo reía
y ante sus ojos
cómo
volaban.
Abandono
la calle y me pierdo
en la plaza donde juega Santa Ana
con los perros de bronce que cabalgan los niños
y con ellos corro hasta caerme
sobre campos donde sólo crecen y vuelan
palomas y torres y campanas
que repican y mulas que cocean y sombras
que ladran y cacos que persiguen
a gallinas y dedos que disecan blancas mariposas
y me oculto en una iglesia
donde dicen que está dios pero allí
sólo hay sotanas y una vieja y otra vieja
beatas que rezan y en el portal de la ermita
un pobre que pide pan para comer
pero el rico del pueblo le da en el trasero una patada
y lo manda donde dicen
que está el purgatorio que ya no será limbo
y si más corrigen cuántos
adelantos ni cielo
ni paraíso.
Un día
se estrechará la luz
y el pasillo será la voz que abra la puerta
para luego cerrarla y será
sin adiós y será para siempre
pero quedarán las flores y un retrato
y unos libros
y ese ruido de pasos sobre una lámina negra
y alguien que dirá
cuídate
porque fuera
hace frío.
Sola
la muerte vino
sola se desnudó en la oscura sombra
de tus ojos y escribió
con tinta violeta el silencio de tu lecho
cerrando ventanas a la alcoba
y los arcones aún abiertos respirando
ropa blanca oliendo a cedro
y a edad que se rompía
cuando una mano fría vino a cubrirte
con su hoguera
la consumación y todo entonces
quedó a oscuras
y se olvidaron los pasos de andar
y el libro que leías de llorar con sus hojas
la historia inacabada
que tanto te ayudaba a conciliar el sueño
cuando la noche vino
silenciosa hasta tus ojos y los míos
que aún leían
en los
tuyos.
DE CUADERNOS (2000-2009)
Quién
soy por quién llanto
hacia qué oscuridad cabalgo y soy adentro
y en silencio me escucho
y muevo pájaros y piedras del cielo
y la luz cambia de lugar
y siempre el mismo sitio y negros muros
los ojos levantando paredes
abriendo zanjas llenando de agujeros
de manos sangrantes piedras
a más pasos los caminos quién soy
si no encuentro
a quién
ni por qué si son multitudes iguales
voces si sus lenguas
diferentes son las mismas qué raíces creciendo
y están balcones y árboles a la altura
de azoteas y se asolean cristales a tejados
rojos peces de humo dibujando
vuelos a nubes por quién por qué afilada cuchilla
soy del sueño por tanto estrecho ruido
huella de inmensos desiertos
y espejismo soy
de negros
arenales.
Dame esa mano
alcánzamela
y ayúdame a ser de nuevo un hombre
y no me mires como ayer
que ya soy otra cosa en otro ruido
que ya no soy ayer,
por favor, no me abandones
a mi suerte que tengo en la azotea
un palomar y muchas
muchísimas palomas que cuidar,
y esos arrullos aún escucho
cómo me llaman porque volar, eso quieren,
y rodear los campanarios
hasta perderse en el mar, y al regreso
ser de nuevo esa palabra
con alas, y regresar para que me des
esa mano que me ayude,
alcánzamela, para que de nuevo
tú me mires y ser como ayer
una casa habitada.