26-3-74
En los síndromes, más que agua, hay sangre. Esto no lo había calculado en un principio. De levantar un dedo a levantar un muñón, hay por medio un objeto-espíritu cortante. ¿Qué habrá sido? No sé. Por lo tanto tendré que abrir bifurcaciones en el sendero que me propuse: los poemas de agua, y los poemas de sangre (aunque bastante aguada), ¡juá! Ahora creo en algo más hiriente, más penetrante: ¿el aire mismo puede matar?… Será que busco un arma aún más mortífera. O mejor, ya la había hallado, pero sólo tenía el mango. Busco su filo.