Expiación
(Elegía por un planeta)
Por fuera del asfalto se pierden los paisajes, los delicados instantes del mirlo, los aromas de aquellas lindas primaveras tan lejos de la que hoy castiga.
El tiempo dio un portazo, se encendieron los veranos y asalta la multiplicación del gris por los inviernos. ¿Es que es ya la hora, la hora en que el hombre perdió las escalas? ¿Es que hoy es el día, el día del mundo y del hombre no hechos a la imagen del hombre?
El planeta se desabrocha la camisa, por su pecho se arrastran furtivas las catástrofes y por los poros quieren salirse los ángeles furrieles del exterminio.
Mira la ciudad y el bosque amenazados, llora por el mar de pocos peces, pon tu grito en la enfermedad del cielo y del aire que se ven atizados por estrellas imperfectas.
Quieres viajar a los recuerdos, andar al ayer y sacarle alguna gota a sus labios de esponja. Pero los recuerdos no aparecen; tal y como el temblor de la hoja del árbol guardada en el libro, los recuerdos no aparecen. Sin embargo, continúas, porque deberás proseguir, viajero, hasta encontrar vivísimas las humanas fuentes del llanto.