PALABRAS PARA UN AÑO NUEVO
Y otro año nació. Estaba la mañana
desnuda,
transparente,
como un retazo de primavera en flor, redonda,
pura,
como un capullo apenas entreabierto.
El primer día de Enero despertaba a la luz de la vida.
Todo era claridad. El aire frío, el cielo y la fragancia
tan puros del invierno.
Un año más que empieza. Está recién nacido
y viene a nuestro encuentro con la sonrisa apenas
brillándole en los labios.
Y los ojos abiertos,
redondos de los niños.
Quiere que le vistamos
y que le alimentemos,
y quiere, sobre todo,
un amor infinito,
un amor sin fronteras,
sin dividir colores.
Sabéis,
es sólo un niño.
Un niño como todos. Insolente y sencillo.
Luminoso, atrevido.
Un pequeño torrente de luz nueva.
De nuevas esperanzas. Es claro y exigente.
Como todos los niños.
Pero pensad, hermanos, pensad.
Esa criatura que viene a nuestro encuentro necesita un vestido
de templada dulzura.
Cálido, transparente,
como sus ojos nuevos.
¿Rosado como el alba? ¿Azul como los ríos?
¿Dorado como el sol que viene a despertarlo? En todo caso,
tibio, ligero,
luminoso. Un vestido de vida.
No el áspero, el oscuro
ropaje de la muerte.
Y su pequeña boca ávidamente pide
el sabor de la leche
tibia y dulce.
De la luz de la miel.
Un sabor fresco
de almendras blancas y de fresas silvestres.
Es un niño esperando anhelante, exigiendo a la vida,
exigiendo a los hombres
un pequeño regalo de amor y de ternura a cambio del regalo
inmenso que él nos trae.
Hay que empezar de nuevo. Pese al dolor sufrido.
Pese a tantos problemas,
hay que empezar
de nuevo. Recomenzarlo todo, de raíz
y hacia el cielo.
Para poderle dar a este pequeño año,
año recién nacido,
un mundo más humano. Una esperanza cierta
de amor entre los hombres.
El año que se ha ido
pasó por nuestro lado,
nos dio penas
y risas. ¿Qué le dimos a cambio?
Guerras,
dolor y muerte.
Si todos nos uniéramos, si todos aportáramos
un pequeño granito de amor a este año nuevo,
habría,
os lo aseguro,
menos soldados muertos, menos niños sin risas,
menos manos
sin flores, menos bocas sin pan,
menos ojos sombríos.
Hermanos de todos los países, camaradas del mundo.
Unamos nuestras voces, juntemos nuestras manos
para formar un muro
contra toda injusticia,
contra toda amenaza, contra toda
crueldad.
No, a las guerras inútiles, No,
al poder de las sombras. No, al fanatismo ciego.
No, al racismo
que envilece y destruye. No, a la eterna explotación
del hombre por el hombre.
Y que el año que llega encuentre,
al fin,
abiertas las fronteras, abiertas las ventanas,
abiertos
los caminos del corazón del hombre.
Y que un canto se eleve
de todos los confines
para decirle:
Ahora,
bienvenido tú seas, año recién nacido,
a este
tu hogar:
La Tierra.