PRIMER SUEÑO
Si pudiera volver al primer sueño,
a la primera espuma, al primer hálito, redescubrir la luz con ojos nuevos, acariciar la flor con nuevas manos.
La hierba primitiva, siglos verdes, espacios verdes por mi piel rodando. Los pájaros de entonces, los de siempre, con sus alas de luz en lo más alto.
Sentir la sangre golpear de nuevo
en el pequeño pulso acelerado,
y hablar con un lenguaje puro y fresco. Y reinventar palabras, risas, cantos…
Si pudiera volver al primer sueño, tú serías de nuevo el primer llanto.
PUDISTE SER
Pudiste ser el río de mi vida,
el torrente azulado de mis sueños. Pudiste ser el alba estremecida
en la cálida noche de mi lecho.
Pudiste ser la luz que no se apaga en la playa infinita de mi cuerpo. Sólo estuviste tú, y no te tuve, Sólo estuviste tú. Lejano, incierto.
Te tuvieron las páginas de un libro,
y los negros renglones de un cuaderno. Las líneas de un diario envejecido,
y el mar de la niñez en tus recuerdos.
Pude ser para ti la miel más dulce,
el aroma más puro, Rosa y heno.
El frescor de la fruta entre tus labios. El pan tibio y dorado entre tus dedos.
Pude ser para ti luna de estío.
La música del sol y del desierto.
El susurro del bosque, ebrio de pájaros y la oscura violeta del invierno.
Yo quise darte el oro de la vida,
la lucha esperanzada. Tierra y cielo. Pero a tu lado permanecí sola, enamorada sobre tu cuerpo.
Tú no supiste ver la transparencia, ni el verde, ni el azul, sólo lo negro. Sólo las vestiduras de la muerte
en el amargo trago del desvelo.
Si me pierdes, amor, yo no lo quise. Tú buscaste el dolor. El rojo. El negro. El rojo de la sangre, su alarido.
El negro penetrando los infiernos.
Si me pierdes, amor, yo no lo quise. Quizás para la flor ya no hubo tiempo.
EL AIRE DE LA VIDA
Ah, qué fácil sería regresar a la vida. Encontrarse de nuevo al principio de todo… Sería tan sencillo, tan sencillo como abrir una ventana al mundo,
como salir al aire de la vida.
Tan simple como eso.
Quitarte un traje oscuro, un abrigo pesado, unos zapatos viejos…
Y ponerte otra ropa.
Una túnica fresca, unas sandalias de oro
y el pelo al aire, suelto.
Bajar una escalera, atravesar un muro, un arco, una puerta.
Salir de nuevo al mundo.
Reconocer las cosas por su nombre,
las cosas olvidadas.
Las rosas y los versos, los pájaros del alba,
los aromas nocturnos,
las húmedas violetas de noviembre y las tempranas lilas que perfuman las mañanas de marzo.
Reír junto a otra risa,
soñar junto a otros ojos.
Hablar de cosas nuevas y de cosas lejanas.
Brindar en nuevas copas por un momento nuevo, recién nacido, intacto.
Y una mañana tibia recibir en los brazos
un gran ramo de hermosas flores rojas.
Tener otra vez tiempo.
Tiempo para la risa, tiempo para el amor, tiempo para los sueños.
Sería tan sencillo salir de nuevo al mundo, al aire de la vida…
Pero no pudo ser. Cerré las puertas.