ADAGIO
Porque tú estabas lleno de esencias y caminos, de caminos y fuentes, de fuentes y de estrellas
un día pude amarte. Con mi voz de cascada, con mi cuerpo desnudo, en el silencio rojo
de un sol de mediodía, cuando aún no existían el alba y la pureza,
un día pude amarte.
Porque ahora reclinas junto a mí tu cabeza y tu frente cansada me roza los cabellos
porque en ti me reencuentro. Después de tantos años, después de tanta vida, muchas fueron las rosas,
quizás más las espinas.
Pero el perfume intacto
de aquella primavera
que envolvió nuestros cuerpos,
perdura en esta noche de silencio y de espera. Por tus ojos sombríos que los míos reflejan,
por tus manos perdidas en las mías ahora. Cuando el otoño avanza y su oro nos penetra
y nos deja en los labios el antiguo sabor
de las moras salvajes. Cuando el alba ilumina
suavemente la carne
como un rocío blanco,
dulce, de luna nueva.
Por tanta luz y vida compartidos,
amor, aún puedo amarte.