EL VENENO (fragmento)
Entró en el cuarto de baño. Abrió la puertecilla del armario y sacó el frasco verde. Se lo acercó a los labios y apuró con avidez su contenido. El verdor viscoso y tibio se le adhirió a la concavidad dura del paladar creando por unos momentos una capa lisa y suave que le acariciaba morosamente la boca. Era como si una mano suave se le estuviera deslizando prometedoramente por las encías, la lengua, la garganta. Una mano candorosamente ardiente que se escapaba hacia el hueco inmenso de la angustia…