LA CASA DEL HERRERO
Martillo y flor, la casa del herrero
abre su rojo corazón de fragua
entre los negros álamos y el agua
que bisela una orilla del sendero.
Se aleja el sol con silbos de arriero.
Y el campanario de sonora enagua
le habla al oído, cuando la piragua
del Ángelus remóntase a un lucero.
Torna el silencio al forestal contorno.
Duermen los fuelles. Y a la luz del horno
forja el herrero un sueño de ataujía.
La noche perfumada con tomillo
le acaricia la sien. Y pone un grillo
Cremedando el fragor de la herrería.
FINAL DE RUT
Por dédalos y cantos
de oculta piedra; por
ergástulas de espuma,
por selvas de azafrán,
roquero derrotero
me acerca a tu poder,
ojos de blanca piedra
bebiendo un puro azul.
No sabe de la vida
la misma pura flor.
Sí sabe que en el sueño
la pura flor se da;
que el sueño está en la vida,
y amor abierto está
a toda piedra blanca
sin una blanca flor:
a toda soledad.