HE VENIDO
He venido hasta ti a través de los siglos,
con la sombra del lirio y la luz de la espiga. He venido hasta ti desnuda del pasado, desnuda de mi nombre y ausente de mí misma.
Verde como las uvas, eterna como el agua,
te traje entre los labios un murmullo de viento. He venido hasta ti desde todos los mundos para darte las rosas amarillas del sueño.
Errante como el aire que se quiebra en la hojas de los árboles altos, en los jardines viejos,
me acerqué descubierta de risas y jazmines hasta tocar la arena sedienta de tu cuerpo.
He venido hasta ti para que el cielo fuera cómo tú lo forjaste y para que tus brazos recogiesen las lluvias de todos los abriles y una luna de estío cantase entre tus manos
He venido hasta ti sin conocer el alba,
para llenar de estrellas tu boca adormecida, para darte lo blanco de todos los misterios
y el rojo hecho alborada de todas las heridas.
YO SOY LA MUJER DULCE
Yo soy la mujer dulce, la eterna peregrina que ignorando sus tierras a tus tierras llegó. Yo soy aquella sombra de pájaro o de estrella que en las tardes tranquilas delirante te amó.
Mi carne la doraron los soles más antiguos, era la edad primera de los vientos y el mar, cuando surgí desnuda de la rosa salvaje
y atravesé descalza blancos mundos de azahar.
Soy la estatua que ignora qué escultor la ha labrado, qué mano puso vida en su arcilla doliente,
qué labios sonrieron como sonríe el alba cuando besó los aires con su boca reciente.
Busco mi propia luna, mi otoño desvaído
y en las tardes azules mis lentas primaveras. Busco mi propio nombre circundado de ríos, busco en mi propia sangre mi raza verdadera.
Duermo viva, ignorada bajo un manto de sombras. Pienso en aquellas sendas que hoy pude recorrer; ¿qué cielos abrirían su luz en mis cabellos,
qué lejanas ciudades me pudieron tener?
Ah, tú que me has amado, tú que me tienes toda, tú que forjaste el sueño del color de mis ojos,
tú, poeta y amante, dime ¿qué loco río descubres en mi carne en los ocasos rojos?
Desvélame, desvélame. Haz que surja la esfinge, quiero darme del todo a tu amor infinito, llámame por mi nombre, por el que no conozco, por el que en las arenas del mundo se ha perdido.
Entonces seré tuya, carne y alma tangibles.
No puedes poseerme si tan sólo soy sueño. Llámame por mi nombre y entonces podré darte en mí misma el azul de los mares y el cielo.