Pancho Guerra

DE Contribución al léxico popular de Gran Canaria

albear (albiar). Blanquear las casas y pintarlas de colores. (Es, como tantos otros, término castellano totalmente desusado. En la Península emplean «blanquear», «enjalbegar» y hasta «pintar» -lo hemos oído en Andalucía-, aunque la materia empleada sea cal y no colores. Una expresión de la sorna isleña: «Apunte en la pared… y mande albiar», con que se indica a un acreedor que se despida de la cuenta que no se está dispuesto a pagar).

albercón. Designación general del estanque grande, frente a la de mareta (V.), que es pequeño. Mayores que los albercones son las represas (V.).

albiando. Se dice del que se queda en cruz y en cuadro, arrancado de dinero al cabo de jugar sin suerte o de meterse en un negocio ruinoso.

albiar. V. Albear.

alcahuete. Correveidile, acusica, murmurador.

alcairón. Nadie conoce en la Isla por otro nombre que éste a un pájaro de tamaño semejante al mirlo, de color ceniciento oscuro por el lomo y la cabeza, con las alas negras y blanquecinos su garganta, su pecho y su vientre. Está dotado de un pico extraño y duro, en forma de punta de flecha, y de uñas tirando a garras. Se alimenta de insectos, pero, con instintos rapaces, gusta también de la carne, que se procura atacando osadamente incluso aves mayores que él. (Su nombre correcto, en Gran Canaria, corrompido, es «alcaudón». La Academia informa que se usó como ave de cetrería, lo que confirma su condición de rapaz. Lo mismo por osado y riguroso en el ataque a las jaulas, que por su canto destemplado, de leyenda agorera, generalmente entonado sobre arbustos o arbolillos cercanos a las casas, los campesinos detestan el alcairón, creyendo que barrunta muertes, o al menos desgracias). (…)

cabacos. Encendajas o leña menuda y astillas del corte de los árboles que se emplean para encender la lumbre. || Pedazos pequeños de una vasija de barro, loza o cristal que cae y se rompe. (Solo hemos oído el vocablo, que en su segunda acepción es sinónimo de los castellanos «cascos» y «añicos», por el centro-sur de la Isla. La semejanza de tamaños habrá determinado la extensión de la voz a los añicos. Por lo que se refiere a la primera acepción, tal vez haya evolucionado a cabacos la «chavasca» castellana, que tiene idéntica significación, como asimismo «chámara» y «chamarasca». Analizando el término «añicos», el profesor Corominas señala que el gallego «enaco» significa «pedazo», por ejemplo, de pan. Añade que en Galicia dicen «cair en anacos» por «hacerse añicos». La influencia galaica en la ínsula, también en materia de léxico, puede haber dado lugar a una especie de cristalización del «cair en añacos», dando al cabo el cabacos isleño. «Alóngame (V.) unos cabaquitos, que voy a «emprender» la candela», puede pedir el ama de casa canaria a quien trajine con ella alrededor del fogal (V.) y sus teniques (V.). He aquí una posible lamentación: «Como tenía las manos «rebalosas» de jabón, se me escurrió la borsolana (V.): ¡se «jiso» cabacos, «quería»!).

caballero. Cortés y ceremonioso tratamiento, sustitutivo muy común de «señor», «amigo», cristiano (V.), especialmente usado entre los graves varones campesinos. (El Diccionario de la Lengua lo recoge también con esta acepción, pero no hemos comprobado nunca su uso en la Península. Parece una supervivencia de tiempos más corteses, salvada la fórmula por el aislamiento).

cabe. Golpe o topetazo que dan con el frontal los carneros y los hombres que pelean con malas artes y cabeza dura, naturalmente. || Se emplea también como sinónimo de «vale», para expresar conformidad con algo. || Familiarmente se denomina cabe el «vale a caja», ese remedión con que el funcionario corona los agoniados (V.) repechos de fin de mes. (El del apuro no «hace un vale», sino «mete un cabe«. Como golpe (1.ª acepción) es sinónimo de los castellanos «cabezada», «amochar» y «calamorrada». La segunda acepción puede ilustrarse con estas posibles expresiones isleñas, fáciles de escuchar en el país: «Ponga unos macanasitos (V.) de ron. -¿Caben unos tollitos (V.), o unos chochejos (V.)? –Caben. «El mandador de un partido (V.), que por las señas sabe que uno de sus puntos tiene para jugar un naipe importante, puede disponer: «Ahora cabe una «sierta» carta. Métala». (El autor conoció en Madrid a un belicoso, pero aplomado canario, que se fajaba (V.) por nada y cosa ninguna (V.). Armaba las broncas seditas (V.), con una flema escalofriante: en seguida engarfaba ambas manos en el cogote de su rival, y así afianzado (V.) tiraba de su cabeza, al tiempo que él aplicaba, «recibiendo», su frente dura y rápida entre las cejas del otro. Excusado decir que hacía destrozo y que la víctima se escurría hasta el suelo como un saco de una tonga. Los alcanzados del tremendo golpe, con idénticas características todos, singularizaron al isleño en la dirección de Seguridad, donde casi siempre iba a parar. En una ocasión, un comisario al que le era ya familiar le dijo: «Si usted vuelve a aparecer por aquí por causa de un… cabe de esos, va a tener usted «sombra» para rato, aparte lo demás…» El canario se amansó tan rápidamente que envuelto alguna vez sin más remedio en peloteras de fondo, y alcanzado de alguna perdida bofetada, se tragó los cabes y hasta se quedaba con las manos colgando, aunque se lo llevara la trampa (V.)-.

cabeceadura (cabeseadura). Obstinación, terquedad, emperramiento: la «cabezonada» castellana. (El Diccionario da también «cabeciduro» por testarudo).

cabeza (cabesa). Los labradores isleños dicen así a la cama del arado y al tronco de la platanera. cabeza-carnero (cabesa-cahnero). Dícese del gallo que tiene la cresta muy recortada.

cabezote (cabesote). Se aplica al lebrancho (V.) cuando este pez ha alcanzado su mayor tamaño.

cabo. Ristra de ajos compuesta por veinticinco pares de cabezas.

cabozo (caboso). Pez pequeño de cabeza grande y color oscuro, manchado de amarillo y con una raya transversal del mismo tono en el lomo. || Toconcillo que queda de la col, la lechuga y otras verduras cuando se le quitan las hojas. || Mango del escobajo o escoba vieja y estropeada.

cabral. Familiarmente se dice de la persona redicha, aficionada a frases hechas y rimbombantes.

cabralada. Farolería, alardeo, repulimiento en palabras y acciones del cabral, o persona dada a afectaciones y pueriles jactancias.

cabuco. Tajo u hondón que en algunos puntos de su curso forman los barrancos. (La Academia da «cavarcón» por barranco que hacen las avenidas en la tierra. Y al estudiar «cahuerco», sinónimo de «carcavuezo», el profesor Corominas cita, del dialecto leonés del Bierzo, «cabuerco-orco» = barranco profundo, y trambién las voces sanabresas «cabuerco», «caborco», «cabuerca», que, entre otras cosas, significan «barranco», «sendero profundo». El cabuco suena a corrupción de estos términos peninsulares).

cacaraquiar. Dar voces la gallina para avisar el huevo, o gritos si la amenaza el milano o huye de un acoso. (Es, evidentemente, una alegre modificación del «cacareo» castellano). || Sin plumas y cacaraquiando (frase): Arruinarse, quedarse sin tener sobre que Dios le llueva, como por Castilla dicen, defendiéndose encima grotescamente de miserias y burlas.

cachero (eriso). V. erizo cachero.

cachetada. Es la bofetada castellana, aunque menos violenta que esta. (Suele ser castigo liviano aplicado a los chicos, o usado por estos en sus pendencias). || No tener cara para aguantar una cachetada: ser un gallina, un cagueta o un pendejo (V.). (La Academia recoge el término, dándolo como americanismo). (…)

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