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Aunque más conocido como ensayista y crítico literario, Ventura Doreste (1921) fue un poeta perteneciente a la generación de Antología cercada (1947) que además cultivó la narración breve. Como investigador se centró principalmente en la producción literaria y artística de Canarias en diálogo con la universalidad de la creación artística.
Ventura Doreste Velázquez, hijo del bibliófilo y escritor Ventura Doreste Alonso y María Jesús Velázquez Alonso, nació en Las Palmas de Gran Canaria un 3 de mayo de 1921. Estudió bachillerato en el Instituto Pérez Galdós y en el Colegio Viera y Clavijo. Entre sus compañeros de estudio se encuentran Antonio Padrón, Joaquín Blanco, Carmen Laforet, María Dolores de la Fe, Isidro Miranda y Pedro Lezcano con quien trabó una amistad duradera. La biblioteca de la casa familiar durante esos años juveniles era una extensión del Instituto y un refugio para los debates literarios. Entre los amigos era conocido por el sobrenombre de Tito Livio por su conocimiento del mundo clásico. Accede a la función pública como funcionario técnico en el Instituto Nacional de la Seguridad Social. Cursó los estudios de Derecho y Magisterio en la Universidad de La Laguna y en los años setenta se licencia con Premio Extraordinario de Licenciatura en Filología Románica. Ingresa como profesor auxiliar del Departamento de Literatura Española, mientras realiza su tesis doctoral.
Entre los años 1960 y 1970 dirige junto con Alfonso Armas Ayala las ediciones del Cabildo de Gran Canaria y es además conservador de la Casa de Colón. Participa en la redacción de la revista El Museo Canario y son frecuentes sus colaboraciones en las más importantes revistas literarias españolas e hispanoamericanas. Sus ensayos y críticas literarias son habituales en Ínsula, Papeles de Son Armadans y Revista de Occidente, entre otras. En 1986 recibe el Premio Canarias de Literatura y en diciembre de ese año fallece. Tenía dispuestos para ser publicados: Examen morfológico de Belarmino y Apolonio y Una aventura de Zeus y otros relatos. Igualmente tenía en preparación un volumen de Ensayos Hispánicos, De una teoría literaria y la edición de las cartas de Pedro Perdomo Acedo a su padre Ventura Doreste Alonso, Araus.
Con catorce años escribe ya sus primeros artículos en la revista Spes del Instituto Pérez Galdós. Colaboró con Juan Manuel Trujillo en la creación de la Colección para treinta bibliófilos (1943 – 1945) y Cuadernos de poesía y crítica (1946), que dieron voz a poetas jóvenes de la posguerra. Dirige las colecciones poéticas Los Dioscuros (1949) en colaboración con Agustín Millares Sall y El Arca (1951) junto a Pedro Lezcano. El Arca había nacido en 1947 con la publicación de Antología cercada, todo un manifiesto de una nueva generación de poetas que marcarían el inicio de una nueva poesía comprometida con su tiempo. Poesía social y política, conscientemente política, pues era una poesía de la disidencia que colectivizaba los sentimientos y ponía en el centro lo humano. Los escritores incluidos fueron Agustín Millares Sall, Pedro Lezcano, Ángel Johan, José María Millares y el mismo Ventura Doreste.
Aunque Ventura Doreste es recordado principalmente como ensayista y crítico literario no se puede obviar su faceta poética que mantuvo hasta el final de su vida. Desde muy joven cultivó la poesía: Ifigenia (1943), Dido y Eneas (1945) en los que destaca su gusto por el mundo clásico — tema de interés en muchos de sus ensayos–, la perfección formal y el gusto por el endecasílabo que revalida en Sonetos a Josefina (1946). Pertenece al grupo de poetas de Antología cercada (1947) a la que aporta tres poemas (“Un puerto del Oriente”, «Guerra en la paz» y «Las dos ciudades») en los que denuncia el capitalismo, el antibelicismo y las injusticias en las que viven los trabajadores. No renuncia Doreste a la esperanza, al sueño de la libertad materializado “en la ciudad esperada, ciudad libre/ donde los corazones no palpiten/ consumidos por odios invisibles”. Publicaría, además, Seis décimas a los amigos (1951) dirigidas a Gutiérrez Albelo, Gerardo Diego, Rafael Alberti, José Vega, Juan Ismael y a Sebastián Manuel (Sebastián de la Nuez Caballero). En 1984 publica 21 poemas que reúne la poesía dispersa en revistas y otras publicaciones. A estos libros habría que añadir un puñado de cuentos literarios publicados en periódicos y revistas como Ínsula en la que aparece “La libertad” (1980), una narración sobre los desequilibrios que padece un intelectual después de haber pasado por la prisión franquista.
Su producción ensayística nos muestra que la verdadera pasión de Doreste es la investigación, que ya desde temprana edad desarrolló como actividad intelectual para indagar sobre diversas materias. El mundo clásico, el siglo XVIII, lo hispanoamericano y principalmente la producción literaria y artística de Canarias constituyen sus intereses. Ejemplos significativos son Ensayos insulares (1977) y Análisis de Borges y otros ensayos (1985). Su prosa y el rigor de sus juicios fueron elogiados por Ricardo Gullón, Lázaro Carreter y Domingo Pérez Minik, entre otros. Doreste aborda el arte y la literatura insulares desde el diálogo con la universalidad de la creación artística. Por sus reflexiones y su visión del hecho literario, Ventura Doreste es de consulta obligada para el conocimiento de la historia de la literatura canaria.