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Ramón Feria (Icod de los Vinos,1909-Madrid, 1942) perteneció a la segunda generación de jóvenes vanguardistas españoles que en los años de preguerra conciliaron el sosegado espíritu intelectual, heredado de los maestros novecentistas, con las formas violentamente renovadoras de los primeros «ismos».
Ramón Feria (Icod de los Vinos,1909-Madrid, 1942) perteneció a la segunda generación de jóvenes vanguardistas españoles que en los años de preguerra conciliaron el sosegado espíritu intelectual, heredado de los maestros novecentistas, con las formas violentamente renovadoras de los primeros «ismos».
Tras cursar los estudios de enseñanza primaria en Icod y los de bachillerato en Santa Cruz de Tenerife, inició la carrera de Derecho en la Universidad de La Laguna para terminarla, años más tarde, en la Universidad Central de Madrid, a donde marchó en 1927. Salvando el paréntesis del periodo de la guerra civil, que pasó en Valencia convaleciente de una tuberculosis finalmente superada, desde 1934 trabajaría como asesor jurídico, primero de varias empresas madrileñas y luego del ejército nacional.
Muy pronto en Madrid conoció personalmente a figuras tan significativas de aquel tiempo como Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Eugenio d’Ors y Rafael Alberti, y mantuvo una estrecha relación de amistad con autores tan notables como Antonio Espina, Ernesto Giménez Caballero, Samuel Ros, Benjamín Jarnés, Pedro Rocamora, César M. Arconada y Esteban Salazar y Chapela. Entre sus amigos canarios destacan los artistas Juan Ismael —camarada de juventud en Tenerife— y Santiago Santana, a los que presentó en sendas exposiciones celebradas en el Ateneo de Madrid, así como los escritores Agustín Espinosa, Emeterio Gutiérrez Albelo y José Antonio Rojas.
Aunque toda su obra se gestó en Madrid, Ramón Feria nunca se desligaría de la tierra natal. En 1931 crea y dirige, junto a su paisano Hernani Rossi, la revista La luna y el pájaro, de la que sólo sale un número, prestigiado con la participación de Juan Ramón Jiménez. En los años 30, además de colaborar con la tinerfeña Gaceta de Arte, publica decenas de poemas y artículos en revistas literarias de la Península, como La Gaceta Literaria, Ddooss, Noroeste, Nueva revista, Frente Literario o El tiempo presente; y en periódicos de las Islas, como La Tarde y Hoy.
Vio editados cuatro libros en Madrid: dos de poesía —Stadium, 1930, y Libro de las figuraciones, 1941— y dos de ensayo —Signos de arte y literatura, 1936, y A la mira y al desvelo, 1940—. Dejó inéditos dos ensayos de escaso interés literario: El Varón (Idea del político juvenil), de 1937, y Creatio Continua (En torno a la Cultura en el Estado Nacional), de 1942.
Con sus veintiséis breves composiciones en verso, entre las que no faltan alusiones a la imaginería del paisaje insular, Stadium ubica al joven Feria en el fluido convergente del ultraísmo y el creacionismo, mostrando elementos temáticos y formales tan característicos como el maquinismo, el deporte, el ludismo, el humor y la ingenuidad, la sobria concisión, la ruptura sintáctica, la objetualización del poema como unidad gráfica y la omisión de verbos y conjunciones. Por otro lado, el Libro de las figuraciones, valioso conjunto de poemas en prosa escritos entre 1930 y 1941, presenta y desarrolla un sutil sentido de la ironía, el influjo de los sueños y una clara tendencia a la narración delirante, por lo que se inscribe valientemente en la órbita del surrealismo, insólita en el contexto editorial de los años 40.
En Signos de arte y literatura, sin duda su obra ensayística más importante, Ramón Feria defiende con desigual fortuna una serie de consideraciones teóricas acerca de la labor de escritores y artistas canarios desde 1900 hasta 1936. Auténtico hito bibliográfico en Canarias, se trata de la primera relación analítica de los géneros, estilos, nombres y títulos de cierta relevancia que conforman la cultura creadora de las Islas a lo largo del primer cuarto del siglo XX. Al aparecer poco antes del estallido de la guerra civil, el libro careció de una mínima distribución y por desgracia no pudo hallar el eco que merecía por su original y acertada revisión compiladora. Diferente cariz adquiere hoy A la mira y al desvelo, primera parte de un ambicioso proyecto titulado Dilucidario, en el que se agolpan varios ensayos de origen, formas y contenidos muy dispares de entre los que destacan un repaso de la faceta pedagógica del humanista Luis Vives y una reflexión crítica sobre la Universidad española. Al morir joven y en el lejano Madrid de la posguerra, la figura de Ramón Feria habría de caer en el olvido durante largas décadas. Al fin se publicó su obra completa en 2008.