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Pino Betancor Álvarez nació en Sevilla en 1928, pero fue registrada en Madrid, adonde llegó casi recién nacida con sus padres adoptivos. Poeta, narradora y autora de canciones, demostró muy pronto su inclinación artística y sus cualidades para la danza, el canto y la representación teatral, por las que empezó a ser conocida en el Madrid de los años cuarenta. Por el conjunto de su obra poética puede afirmarse con seguridad que Pino Betancor es una de las voces femeninas más importantes de nuestras letras en la segunda mitad del siglo XX.
Pino Betancor Álvarez nació en Sevilla en 1928, pero fue registrada en Madrid, adonde llegó casi recién nacida con sus padres adoptivos. Poeta, narradora y autora de canciones, demostró muy pronto su inclinación artística y sus cualidades para la danza, el canto y la representación teatral, por las que empezó a ser conocida en el Madrid de los años cuarenta. Con catorce años escribió sus primeros versos, composiciones que conservó en un pequeño y entrañable cuadernillo titulado Primeros Poemas.
En 1950, con el fin de conocer a su familia paterna, visita Gran Canaria, donde conoce al poeta José María Millares Sall, con el que contrajo matrimonio dos años después. El poeta era un activo protagonista de la cultura insular, cofundador de “Planas de Poesía”, revista que se convirtió en un referente literario de su tiempo y en cuyas ediciones Pino Betancor publicará su primer poemario, Manantial de silencio, en 1951. A este título se irán añadiendo paulatinamente Cristal, Los caminos perdidos, Las moradas terrestres, Palabras para un año nuevo, Las oscuras violetas, Las playas vacías, Nada más que esa luz, Luciérnagas, Las dulces viejas cosas y Dejad crecer la hierba, volúmenes a los que deben sumarse dos poemarios inéditos (Cantos personales, La rosa y el resplandor) reunidos tras su muerte en un volumen titulado La memoria encendida, donde se incluyen también otros poemas inéditos y sus Primeros poemas.
Respondiendo al llamado artístico de su afición por el canto, deben señalarse también las numerosas canciones que fue componiendo a lo largo de su vida. Aunque en su mayor parte permanecen inéditas, hoy pueden escucharse algunas (“Amor de los veinte años”, “Paloma si yo tuviera”, “Desde que tú me dejaste” o “Noche en el mar”) que fueron grabadas en el año 2000 por el grupo “Maky y San Borondón” en Homenaje a José María Millares y Pino Betancor, un disco compuesto íntegramente por temas de la pareja. Mucho antes de la edición de este disco la escritora había colaborado con su esposo en la creación de temas tan conocidos y emblemáticos del folklore insular como “Campanas de Vegueta” y “De belingo”. Sobre poemas de su libro Cristal compuso Lothar Siemens las “6 canciones de agua y viento” para voz y piano entre 1979 y 1982.
Pino Betancor falleció en Las Palmas de Gran Canaria el 3 de enero de 2003.
Por el conjunto de su obra poética puede afirmarse con seguridad que Pino Betancor es una de las voces femeninas más importantes de nuestras letras en la segunda mitad del siglo XX, y que, vista en su conjunto y a través del tiempo, su palabra osciló entre sus dos núcleos temáticos más persistentes: el amor y la preocupación social, el contenido romántico y su compromiso y solidaridad con el tiempo que le tocó vivir, facetas sin dudas de un mismo instinto de comunión con todo que fueron hilándose en sus versos con un perfecto manejo de la rima, del ritmo y la cadencia.
Su poesía busca expresar las pasiones y anécdotas de su ser cotidiano y personal, quizás por ello su obra entera destila claridad y se erige sobre un deseo deliberado de comunicación, y sus formas no manifiestan ningún apego a las modas o tendencias de su tiempo, sino al contrario, se mueve entre ellas libremente, hasta forjar una poética donde resuenan las codificaciones líricas más diversas, desde el simbolismo al neotradicionalismo, del clasicismo a la expresión más contemporánea.
Además de esa diáfana claridad, si algo caracteriza el discurso lírico de Pino Betancor es su emotiva y profunda pasión por la vida. Su verbo se inflama, se enciende y se erotiza al contacto de una realidad que irá mostrándole a la autora su naturaleza contradictoria, el bagaje claroscuro de sus horas y sus días. Ya sea en el amor o en la desesperanza, en la alegría contagiosa o en la soledad del silencio, en la plenitud del placer o en el agónico vacío, en la experiencia personal o en la entrega solidaria y colectiva, es visible el carácter sensorial de su palabra, la exaltada hondura de toda su experiencia, porque su obra es sobre todo una suerte de íntima biografía, el registro de un alma que recorre el camino y se busca entre las luces y las sombras. Quienes sabemos los detalles de esa búsqueda y conocemos la trama existencial de la escritora, podemos percibir en sus imágenes algo más que el conjuro artificioso de las letras, porque sus metáforas, y la materia poética de sus libros, son ella misma. En su espacio poético confluyen sus recuerdos (Luciérnagas), sus objetos (Las dulces viejas cosas) sus pasiones amorosas (Cristal, Manantial de silencio) la que pudo haber sido y la que no pudo ser (Los caminos perdidos) la que canta al trabajo y los oficios del hombre (Las moradas terrestres) la que espera y desea la justicia social (Palabras para un año nuevo) la que entrega su amargura y escribe sobre la arena del vacío (Las oscuras violetas, Las playas vacías) la que habla a los niños del planeta (Dejad crecer la hierba) y rinde homenaje a hombres y mujeres que han sido excepcionales (Cantos personales) la que canta a su pueblo y se despide después de haber hallado, en la vida y la poesía, un sabio conocimiento de las cosas, la madurez de ese río que no cesa de fluir.
La obra de Pino Betancor ha sido objeto de atención y reconocimientos, entre otros la traducción al inglés que hizo de algunos de sus versos el profesor Louis Bourne, conocido traductor de Vicente Aleixandre, el amplio estudio “Vida y pasión en la poesía de Pino Betancor” que Sebastián de la Nuez le dedicó en el Anuario de Estudios Atlánticos de 1988, o su inclusión en distintas antologías de poetas españoles: así en Poetisas españolas Antología general, Tomo III, de Luzmaría Jiménez Alfaro (Madrid, Torremozas, 1998), en 96 poetas de las Islas Canarias, de José Quintana (Bilbao, De Autores, 1970); o en Antología de la poesía canaria del siglo XX, de Sebastían de la Nuez (Londres, Forest Book, 1992) entre otras.
• Manantial de silencio (1951). Las Palmas de Gran Canaria: Planas de poesía.
• Cristal (1956). Las Palmas de Gran Canaria: Colección Acero.
• Los caminos perdidos (1962). Las Palmas de Gran Canaria: La Fuente que mana y corre.
• Las moradas terrestres (1976). Las Palmas de Gran Canaria: Planas de poesía.
• Palabras para un año nuevo (1977). Madrid: Taller Ediciones JB.
• Las oscuras violetas (1987). Las Palmas de Gran Canaria: Alegranza.
• Las playas vacías (1991). Islas Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes.
• Nada más que esa luz (1995). Barcelona: Café Central.
• Luciérnagas (2000). Gran Canaria: Ágape.
• Las dulces viejas cosas (2001). Las Palmas de Gran Canaria: El Museo Canario.
• Dejad crecer la hierba (2002). Gran Canaria: Ediciones del Cabildo de Gran Canaria.
• La memoria encendida (poesía inédita). (2003). Edición de Alicia Llarena. Tenerife: Baile del Sol.
• Poemas (2004). Santa Cruz de Tenerife: InterSeptem.
• Nada más que esa luz. Poesía completa (2017). Edición de Daniel María. Madrid: Ediciones La Palma.
• Pino Betancor [Grabación sonora] (2003). Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria.