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Josefina de la Torre nació en 1907 en el seno de una familia burguesa de intelectuales en Las Palmas de Gran Canaria, y allí pasó su infancia y su juventud. Cuando era apenas una muchacha de veinte años, viajó a Madrid junto a su hermano Claudio de la Torre, que había recibido el Premio Nacional de Literatura en 1923. Además de prepararse en la academia de canto de Dahmen Chao, fue testigo presencial de la efervescencia cultural que se cimentaba en la capital, colaborando en revistas poéticas de prestigio como España, Alfar, Verso y prosa, La Gaceta Literaria y Azor.
Justamente en el célebre año de 1927, Josefina publicó Versos y estampas, su primera obra literaria. Esta plaquette es editada por la revista Litoral y prologada por Pedro Salinas, que la bautiza como muchacha-isla. Dos años más tarde, ve la luz su libro Poemas de la isla. En esa época, se trasladó junto a su hermano Claudio a los estudios franceses de la Paramount en Joinville, donde trabajó como actriz de doblaje.
Tras el estallido de la Guerra Civil, regresó a Las Palmas junto a su hermano Claudio y su esposa, Mercedes Ballesteros, con quienes fundó la colección La novela ideal. En ella escribe, bajo el seudónimo Laura de Comminges, una serie de novelas amorosas. Una vez ha terminado la guerra regresó a Madrid, debutando en 1940 como primera actriz del Teatro Nacional María Guerrero. A la actividad teatral se suma la cinematográfica, pues realiza una serie de papeles secundarios entre 1941 y 1945. La represión franquista, que había disuelto a los poetas republicanos de la Generación del 27, parece ser una de las causas de esta inclinación por la interpretación en detrimento de la poesía. Sin embargo, su vocación como actriz se había fundamentado en su núcleo familiar. Prueba de ello es la celebridad que obtuvo el Teatro mínimo, que es el nombre con el que se conoce a una serie de representaciones que los hermanos organizaban en su casa de la Playa de Las canteras. Como resultado de esta inclinación, en 1946 fundó su propia compañía teatral, la Compañía de Comedias Josefina de la Torre, junto a Ramón Corroto, que años más tarde se convertiría en su esposo. También actuó en otras compañías, hasta 1958. Asimismo, entre 1944 y 1957 trabaja como primera actriz del Teatro Invisible de Radio Nacional y, con posterioridad, en Radio Madrid. El teatro la acoge en su seno y le devuelve el clamor de una fama que el cine le había negado, pues nunca obtuvo en la gran pantalla papeles protagonistas. Esta circunstancia aparece retratada en su novela corta Memorias de una estrella, que se publica en 1954 junto a En el umbral, en la colección La Novela del Sábado, de ediciones Cid.
Durante los años sesenta colaboró también como actriz en series televisivas y publicó su poemario Marzo incompleto (1968). A finales de los ochenta aparece su obra poética reunida bajo el título Poemas de la isla, que diez años más tarde será recogida en una edición bilingüe a cargo de Carlos Reyes. Los reconocimientos a su labor llegan con el nuevo siglo: en el 2001 se le dedica la exposición Los álbumes de Josefina de la Torre: La última voz del 27 en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y en 2002 se le concede la Cruz de la Orden Islas Canarias. En ese mismo año, muere Josefina de la Torre en su casa de Madrid, lejos de la tierra que le vio nacer.
La obra poética de Josefina de la Torre se caracteriza por el lirismo, la sencillez y el intimismo. El papel de la memoria, el tono sincero y confesional, la descripción del paisaje isleño, donde se marca especialmente el influjo del mar y la playa, el dibujo de escenas de su infancia y evocaciones de juventud, configuran un imaginario poético con gran fuerza expresiva, alejado de toda grandilocuencia. Estas características aparecen presentes desde su primera plaquette, Versos y estampas (1927), que refleja el peso de la tradición modernista insular. Pese a constituir una obra de juventud, el poder expresivo de su voz transparente y sutil enternece las páginas. Poemas de la isla (1930) se alza con un tono depurado, pues contiene una poesía más abstracta e intelectualizada, en la que se materializa su contacto con la Generación del 27. De hecho, la ligereza de su voz poética recuerda al neopopularismo y a la poesía pura, pero deja notar también la influencia vanguardista en algunas de sus composiciones.
Marzo incompleto (1968) constituye ya un poemario maduro, pese a que contiene poemas del periodo anterior a la guerra. El peso de lo femenino aparece también marcado en la expresión del amor y la maternidad frustrada, en la sensualidad y la visión de un universo masculino perfilado con ironía y desazón, tal y como que reflejan algunos de sus poemas. Marzo incompleto conforma su mejor expresión lírica, reflejo de una pluma certera, cargada de entidad y fuerza. Esta particularidad es extensible a su obra Medida del tiempo, que publica en el volumen Poemas de la isla (1989). Aunque el recuerdo y el paisaje insular siguen estando presentes, la cercanía de la muerte y la ausencia de descendencia ensombrecen en tono de su poesía.
Aunque su obra en prosa es minoritaria y prácticamente desconocida, es digna de mención dentro de su producción literaria. Josefina de la Torre escribió una serie de novelas amorosas en los primeros años de la década de los cuarenta, publicadas en una colección titulada La novela Ideal, codirigida por nuestra autora, su hermano Claudio de la Torre y su esposa, Mercedes Ballesteros, que colaboraron con los seudónimos Laura de Comminges, Rocq Morris y Sylvia Visconti, respectivamente. En esta colección publicó Josefina de la Torre las novelas breves Idilio bajo el Terror (nº 2, 1938), El enigma de los ojos grises (nº 4, 1938), Alarma en el distrito sur (nº 8, 1939), María Victoria (nº13, 1940), La rival de Julieta (nº15, 1940), Villa del mar (nº19, 1941), Matrimonio por sorpresa (nº 23, 1941), ¡Me casaré contigo! (nº 26, 1942), Tú eres él (Nº 31, 1942) y ¿Dónde está mi marido? (1943).
Por otra parte, en 1954 publicó las novelas cortas: Memorias de una estrella y En el umbral, que aparecen en el número 87 de la famosa colección La Novela del Sábado, de ediciones Cid. Asimismo, realizó algunas adaptaciones teatrales, entre las que destaca Una mujer entre los brazos (1956), de Rafael Materazzo.