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Félix Casanova de Ayala nace en San Sebastián de la Gomera el 8 de enero de 1915. En 1928 se traslada a Madrid para estudiar Medicina, estudios que interrumpió al estallar la Guerra Civil. En los años 40 contacta con el Postismo, y comienza su actividad poética. En 1954 regresa a La Palma y en 1967 se instala definitivamente en Santa Cruz de Tenerife, donde trabaja como dentista, al mismo tiempo que continúa su labor como escritor, además de recopilador de la obra de su hijo, fallecido prematuramente. Muere en Santa Cruz de Tenerife en 1990.
Félix Casanova de Ayala nace en San Sebastián de la Gomera el 8 de enero de 1915.
En 1928 se traslada a Madrid para estudiar Medicina, en la especialidad de Estomatología, estudios que interrumpió al estallar la Guerra Civil. Participa, en el bando republicano, en la defensa de Brunete y Levante. En esta última batalla es cogido prisionero y permanece en diversos campos de concentración de la Península, hasta que finaliza la guerra.
En los años 40 contacta con el Postismo, y comienza su actividad poética.
En 1954 regresa a La Palma, donde se casa con Concepción Martín, con la que tendrá dos hijos: Félix Francisco (1956-1975) y José Bernardo (1959).
En 1967 se instala definitivamente en Santa Cruz de Tenerife, donde trabaja como dentista, al mismo tiempo que continúa su labor como escritor, además de recopilador de la obra de su hijo, fallecido prematuramente. Ya, desde los años 40, el poeta fue colaborador revistas como: Mensaje, Cuadernos Hispanoamericanos, Gánigo, Fablas o Liminar.
Hombre comprometido políticamente, desde 1978 formó parte del partido de izquierda, Unión del Pueblo Canario (UPC).
Muere en Santa Cruz de Tenerife en 1990. En 1997, el Gobierno de Canarias le concede la Medalla de Oro a título póstumo.
En su escrito Autopresentación, que sirve de prólogo a su antología Poesía, publicada por la BBC en 1988, Francisco Casanova de Ayala confiesa que, debido a su larga estancia fuera del Archipiélago, a su regreso fue «casi un extraño entre los míos. Es el mal de las islas: si te quedas no trasciendes y, si te vas, te borran de la nómina.» Esto unido al deslumbramiento que supuso la irrupción, en el panorama literario de las islas, de su hijo Félix Francisco, al que el poeta apoyó en todo momento, aparte de su naturaleza independiente, hizo que su obra estuviera «condenada» casi al olvido.
También hay que tener en cuenta que en el momento en que Félix Casanova llega a Tenerife, ya hay dos grupos, en cierta manera, consolidados: los Fetasianos y el grupo de Antología Cercada, por lo que, como dice con ironía el poeta: «Yo tuve que ser, por fuerza, un poeta independiente.»
Podríamos decir que, en la poesía de Félix Casanova existen tres etapas: antes, durante y después del Postismo, un movimiento nacido en 1945 y al que el poeta se incorpora ese mismo año, -aunque sin perder de vista su condición insular-, no sólo por afinidad con este movimiento, sino también por la amistad que le unía a Ángel Crespo y a Carlos Edmundo de Ory; este último creador del Postismo junto a Eduardo Chicharro. Junto a ellos colabora en la revista Pájaro de paja y publica los libros: El paisaje contiguo y La vieja casa.
Hay una etapa anterior de la que son fruto los libros Silencio del caracol y Sonetos, en los que ya se manifiestan las principales preocupaciones del poeta: el sentido de la existencia y el cuidado y la subversión del lenguaje, siendo este último una de las razones por las que se incorpora al Postismo, ya que los postulados de este movimiento suponen: Desvincularse de la poesía “oficialista” de la época. Una supremacía de la imaginación que depende del subconsciente y de la razón. La utilización de materiales sensoriales; un carácter lúdico. La exploración en las posibilidades del lenguaje, y la voluntad de destruir prejuicios.
Está claro que esto lo acerca al surrealismo, pero los postistas, aunque reconocen sus muchas afinidades con este movimiento, rechazan la poesía automática, pues, aunque en la de ellos su materia es también el subconsciente, sin embargo, la razón intervine y regula ese automatismo. Además, existe en los postistas una tendencia a humanizar la poesía y, en el caso de Félix a aportar una carga de sensualidad.
«Mi inquietud me extrovertía por las ramas del poema, el léxico y la forma, y así, entre Góngora y Eluard, Alberti y Aragón, iban surgiendo, insolidarios, mis sonetos.» Dice refiriéndose a varios sonetos pertenecientes a los dos libros antes citados.
En estos sonetos “insolidarios”, según el crítico Jorge Rodríguez Padrón, el poeta se reconoce como un «neobarroco surrealizado» y que, además «tiene mucho que ver con esa turbulencia inicial que fomenta tal inquietud poética: la interrogación existencial unida al ritmo de la escritura.»
Es decir, Barroco y Surrealismo confluyen en la escritura de Félix Casanova.
Pero, a partir de los libros publicados en los años 50, la poesía de Félix Casanova va haciéndose cada vez más personal e independiente y, al mismo tiempo, más identificada con el problema de la existencia y el compromiso social, aunque sigue perviviendo en el poeta esa visión postista y surreal.
Y ya que hablamos del Postismo y de la colaboración de Félix en la obra de su hijo, Félix Francisco, no hay que olvidar la publicación de dos obras escritas al alimón entre los dos -una postura muy postista-. Recordemos el libro Las patitas de la sombra, un libro escrito entre Eduardo Chicharo y Carlos Edmundo de Ory. Nos referimos a Cuello de botella y a Los botones de la piel, ambos libros publicados después de la muerte de Félix Francisco.
El poeta gomero comprende que el cuidado en la utilización del lenguaje es imprescindible para dar un testimonio más firme, contundente y efectivo sobre la existencia humana y sus avatares; por eso el poeta busca un lenguaje que transforme y renueve una realidad que siempre es incierta.
En cuanto a su obra en prosa, cabe destacar un libro de ensayo: Resumen de una experiencia poética, donde el autor recopila sus artículos en torno a los poetas y escritores de su generación, como si de un reportaje se tratara.
Y el libro por el que es más conocido, a pesar de que se aparta de sus postulados postistas, es la novela El collar de Caracoles, donde el poeta parece regresar a La Gomera de su infancia, recreando una historia de amor entre Chano, un pescador de la isla colombina y Cayaya, una pastora de Guía de Isora y, como escenario y personaje decisivo de la historia El Chinyero y su erupción, ocurrida en 1910. Una novela que nada tiene que ver con la escritura vanguardista, ya que la podríamos considerar como una novela de costumbres, donde retrata los rasgos y el lenguaje propios de la sociedad rural canaria de esos tiempos.
En definitiva, Félix Casanova de Ayala es, ante todo, un poeta que, atraído por el Postismo, no lo perdió nunca de vista, a pesar de la diversidad de su obra, caracterizada fundamentalmente, por una preocupación existencial y una particular voluntad creadora. De ahí que sus versos conmuevan, porque traslucen esa necesidad por descubrir el sentido de la vida, a través de un lenguaje en el que siempre está indagando.