« Inicio / Archipiélago de las letras / Benito Pérez Armas
Nace en Yaiza (Lanzarote) en el año 1871. Se declara perteneciente a una generación de escritores en donde confluyen diversas marcas ideológicas que, nacidas un año después del año del Desastre, se orienta hacia la idea de una necesaria regeneración. Su obra narrativa se mantiene en un regionalismo literario de carácter costumbrista y se sitúa temporalmente en los extremos inicial y final del primer cuarto de siglo XX.
A los doce años se traslada a Gran Canaria. En 1889 viaja a la península. En 1893 termina los estudios de derecho en la Universidad de Sevilla y establece su residencia en La Laguna. Se integra en el espacio cultural y social isleño. Junto a Adolfo Febles Mora, Leoncio Rodríguez, Luis Rodríguez Figueroa, Ángel Guerra, González Díaz, Delgado Barreto fundan la revista cultural y literaria Gente Nueva (1899-1901), de la que fue su director. Años más tarde, lo será del periódico La Opinión. Presidió El Ateneo de La Laguna; desde esa institución se edita en 1906 el diario El pueblo Canario, de reconocido signo regionalista. Va adquiriendo relevancia política como uno de los representantes de Asamblea Tinerfeña. Se pronuncia a favor de mantener una estructuración provincial con la capitalidad en Santa Cruz de Tenerife. En 1911 se manifiesta en defensa de la constitución de un gobierno autónomo para cada una de las islas, dentro de la unidad regional y sin que afecte a la soberanía española. En 1912 se aprueba la Ley de Cabildos. Años más tarde, en 1927, colabora con el gobierno de la Dictadura de Primo de Rivera. El 12 de abril de 1931 se implanta la República. Con el triunfo del Frente Popular se da por consumado el itinerario político de Benito Pérez Armas. Muere en Santa Cruz de Tenerife en el año de1937.
En el año 1901 se concentra una gran parte de su obra narrativa, conformada por una serie de cuentos, la mayoría ofrecidos por la revista Gente Nueva y que se distribuirán posteriormente en tres colecciones: Tradiciones y anécdotas canarias, Escenas marineras y recuerdos de la niñez y de la juventud. Es autor de la novela de tema caciquil, De padres a hijos, con la que obtiene el primer premio en los Juegos Florales de la Orotava en 1901. Sus páginas discurren por caminos cercanos al realismo costumbrista. Presenta como secundaria la figura de un cacique, don Dimas, caracterizado como un viejo libidinoso y criminal contra quien se enfrentará el protagonista, Víctor, quien debe sufrir las injusticias de una sociedad que ampara la oligarquía. Algunas de las ideas regeneracionistas procuraron plasmarse en esta novela la cual se interesa por mostrar el carácter del canario, noble, pacífico y reacio a secundar arrebatos revolucionarios. En el año 1915 el diario La Prensa publica semanalmente un capítulo de una novela a escote, Máxima Culpa, en la que intervienen algunos de los antiguos integrantes de Gente Nueva; a Benito Pérez Armas le corresponde el capítulo de apertura.
El final de su ciclo literario no lo desvía del carácter conservador que imprime en cada una de sus novelas; con el transcurso del tiempo se acusará aún más su carácter contradictorio. Las tres obras de 1925 muestran a un autor que se mantiene en el realismo pese a las renovaciones del modernismo y al emergente ánimo de vanguardia que se cierne en torno a esta fecha. En su novela más emblemática, La vida, juego de naipes, concurren tres personajes fundamentales: la de un personaje narrador que se hospeda en un hotel para convalecer de una enfermedad, la de un indiano que regresa enriquecido a su isla natal, y la de una hija que lo acompaña y la cual mantendrá una relación amorosa con el primero; en torno a ellos ronda un elenco de personajes de diferentes países. En ese ámbito cosmopolita, Benito Pérez Armas elabora una defensa del alma regional, vinculada a la tierra en que se ha nacido y cuya más segura expresión viene dado por el idiolecto, el más fiable traductor de los sentimientos del país y de la raza.
Las otras novelas mantienen la estela conservadora y proponen un mundo narrativo en donde se concilian la clase privilegiada y el pueblo. La novela Rosalba, inscrita en un marco realista, sensual y difuminado tras un velo romántico, alcanza una representación del mundo rural como lugar idílico, fruto de la relación armónica entre personaje y naturaleza, a distancia ya de aquel truncado naturalismo de 1901. La joven Rosalba, de origen campesino, representa todo el contenido espiritual que emana del pueblo. El relato Las lágrimas de Cumella es la supuesta y elogiosa biografía de un cacique real, Juan Cumella y Monner, del que brindará una elogiosa estampa del comerciante catalán que se establece en Tenerife y que consigue la jefatura política de los conservadores en 1874. Este cacique ejercerá un máximo control sobre las islas, incluso sobre la de Gran Canaria, hasta el momento en que aparece la singular figura de León y Castillo. El protagonista representa al hombre superior y, en el relato, se mostrará como defensor del pueblo necesitado.