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Alexis Ravelo, autodidacta y polifacético, ha irrumpido con fuerza en el panorama cultural y literario español, proclamándose como exitoso autor de libros de relatos y microrrelatos, libros infantiles y juveniles, novela (destacando sobre todo en el campo de la novela negra), y guiones de teatro, radio y televisión. Con él hemos encontrado, además, a un autor canario que presume de sus islas y las proyecta hacia el exterior; a un autor que retrata, sin tapujos y sin prejuicios, la isla de Gran Canaria, sus diferentes municipios, y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y sus habitantes. Se trata de un escritor que está realmente orgulloso de poder dar a su ciudad, aquella en la que nació y creció, una imagen más realista y que la acerca al mundo tal como verdaderamente es, no solamente como una ciudad idílica.
Alexis Ravelo Betancor (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) se autodefine en su blog Ceremonias como un “escribidor calvo” que utiliza su talento – y mucha constancia – para dejar en el mundo su legado creativo a través de novelas negras, cuentos, microrrelatos, y libros infantiles y juveniles; ha colaborado además en teatro, radio y televisión, y, “en general, [en] cualquier cosa susceptible de ser escrita y que contribuya a permitirle sobrevivir a base de bocadillos de chopped”.
Alexis Ravelo nació y se crio en el humilde barrio de Escaleritas en Las Palmas de Gran Canaria y, desde muy joven, trabajó en el mundo de la hostelería como camarero. Aunque dejó inacabados los estudios de Filosofía que comenzó en la UNED, se considera a sí mismo un hombre autodidacta, que ha aprendido de la vida y de sus avatares, y ha asistido a talleres de narrativa impartidos por Mario Merlino, Augusto Monterroso y Alfredo Bryce Echenique; podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que Alexis Ravelo posee un bagaje cultural digno de admirar, y cuando es interrogado acerca de quién o qué considera influyente en su obra, no duda en nombrar y analizar las obras de autores como Friedrich Dürrenmatt, Jean-Pierre Manchete, Leonardo Sciascia, Juan Madrid, Francisco González Ledesma, Jorge Reverte o Kurt Vonnegut; entre los autores canarios, destaca la influencia de Pedro García Cabrera, Dolores Campos Campos-Herrero, Benito Pérez Galdós o Agustín Espinosa, entre otros.
Entre los autores de novela negra menciona a Raymond Chandler, Horace McCoy, James M. Cain, David Goodis y “el gran Jim Thompson” (Jiménez – Brox, s.f.), y asegura que l e interesan más las obras inscritas en el género hard-boiled norteamericano que en la novela policíaca más clásica. Asimismo, considera de gran importancia en su obra la influencia del cine negro de los sesenta y setenta:
[…] Ese resurgir del cine negro crepuscular que hubo en los años sesenta y setenta. Las películas inspiradas en las novelas de Ross MacDonald, protagonizadas por Paul Newman: Harper investigador privado, Con el agua al cuello. Y luego cierto cine europeo, por ejemplo, el francés. Me influyen mucho las películas de Jean-Pierre Melville. […] Lo fascinante de sus películas es que ves cómo se hacen las cosas, casi no hay elipsis. Y luego tiene un tratamiento absolutamente conductista de la psicología de los personajes. Nunca sabes por qué está están haciendo las cosas. Los ves haciéndolas, entonces eres tú quien tiene que preguntarse por qué las hacen. Ese tipo de cine me interesa muchísimo y te confieso que muchas veces me ha influido a la hora de trabajar. Más que el gran cine negro de los cuarenta y los cincuenta, que me encanta. Tú ponme Perdición, aquella de Billy Wilder sobre la novela de James M. Cain con guion de Chandler, y soy feliz. Pero, bueno, en realidad si hay algún tipo de cine negro que me haya influido es más bien ese, el europeo y el norteamericano independiente de aquellos años, de los sesenta y setenta (Jiménez – Brox, s.f.).
Además de su reconocida labor como novelista, Alexis Ravelo ha colaborado en radio, televisión, prensa y publicidad y ha creado letras para canciones; es cofundador de la revista literaria La Plazuela de Las letras y, junto con Antonio Becerra Bolaños, creó el espacio de divulgación cultural Matasombras. También imparte talleres literarios, ha dado clases de escritura en academias y en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y ejerce una intensa labor como activista cultural sobre la que podemos leer tanto en prensa como en su blog Ceremonias: “pequeñas píldoras para leer rápido y pensar despacio” despacio”.
Cuenta además con el aprecio y apoyo del público y la crítica literaria, habiendo recibido numerosas menciones y premios; entre ellos: mención especial en el Premio de Narrativa Poeta Domingo Velázquez, en 1999, con Segundas personas ; XVII Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe 2013 por La última tumba; premio Dashiell Hammett en la Semana Negra de Gijón en 2014 por La estrategia del pequinés y Premio Mejor Novela Valencia Negra (VLC NEGRA) 2015 por Las flores no sangran sangran.
En sus relatos, textos de distinta extensión (pero siempre breves), Alexis Ravelo busca el extrañamiento ante lo cotidiano, el entretenimiento, el juego, la incomodidad, la reflexión. En sus ceremonias de interior, sus «textículos», sus relatos, todos de gran calidad literaria, encontramos sin duda muestras de lirismo poético, ironía, crítica, humor, fantasía, alegoría, realidad y ficción. Con interesantísimos artificios lingüísticos, intertextualidades que buscan la complicidad con el lector, homenajes a otros grandes autores de ensayo, poesía, novela, relato y microrrelato, tenemos en sus escritos breves muchos ejemplos de un verdadero análisis del comportamiento humano, de nuestros pensamientos, deseos y miedos. En “Manuscrito hallado en un elevador” (Ceremonias de interior), por ejemplo, encontramos todo esto en una nota escrita en lo que dura un trayecto de ascensor; en “De advertencias” (Algunos textículos), se nos muestra a raíz de una etiqueta en la ropa o de una cajetilla de tabaco. Sin duda, pequeños textos que, como ya esboza el propio Alexis Ravelo en su blog Ceremonias , son “pequeñas píldoras para leer rápido y pensar despacio».
Sobre la novela negra, género en el que sin duda destaca, Ravelo tiene las ideas muy claras: como escritor, considera que puede y debe escribir sobre lo que ocurre en la realidad, en el día a día del ciudadano de a pie. Obras como las que aquí estudiamos pertenecen a una saga cuyo personaje principal permite al escritor dar una opinión sobre todo aquello que, de otra manera, no podría expresar tan libremente libremente1, y, sin duda, en las novelas de nuestro autor podemos ver un trasfondo político y social importante. Lo más trascendental, sin embargo, con respecto a esto – y por supuesto base de la novela negra –, es la violencia que se genera a partir de esta política y de esta sociedad capitalista, una violencia que, para Ravelo, se refleja totalmente en el ser humano y sus pasiones.
Independientemente del entretenimiento que pueda causar al lector su obra, esta tiene que provocar cierta incomodidad, pues “los textos importantes son los que te plantean preguntas, no los que intentan darte respuestas” (Jiménez – Brox, s.f.). Ravelo considera que sus libros están escritos desde sus propias dudas, con las preguntas que él mismo se hace acerca de estos temas de los que habla con respecto a la sociedad. Él tampoco tiene las respuestas, pero nos invita a hacernos las mismas preguntas y buscar, por nosotros mismos, un veredicto. Las novelas de Alexis Ravelo hablan de perdedores, pero de los perdedores de los barrios humildes, de todo aquel que vive a los pies de la indiferente mirada del privilegiado que, además, está amparado por la ley. Sin embargo, procura no caer en maniqueísmos y no crear personajes que tiendan solamente a ser vistos como buenos o malos. “Nadie es perfecto – asegura –, todos tenemos algo de lo que arrepentirnos y algo de lo que enorgullecernos. Por eso procuro imprimir a los villanos de mis libros algún rasgo de humanidad. Porque es verdad que hasta el mayor villano quiere a alguien, ha sido querido por alguien” (Jiménez – Brox, s.f.).
Sobre la diferencia entre ‘novela policíaca’, ‘novela novela-enigma’ y ‘novela negra’, Alexis Ravelo tiene su propia opinión:
Más que novela policíaca, yo la llamaría novela enigma. Como decía Borges, en una novela policíaca al principio hay un orden que responde a una lógica. De repente, ese orden se ve alterado por un asesinato. Entonces viene un personaje que, gracias a la lógica, a la inteligencia o a la deducción, consigue resolver el asesinato. Bien por muerte, bien por detención, el que ha cometido el crimen al final es castigado y expulsado de una sociedad a la que ha sumido temporalmente en el caos con sus actos y, de nuevo, todo vuelve a la normalidad. La novela enigma es esencialmente conservadora porque siempre presupone un orden justo en la sociedad. Por ejemplo, si pensamos en Agatha Christie y en sus novelas de habitación cerrada los personajes suelen pertenecer al mundo aristocrático. En cambio, los personajes de la novela negra suelen pertenecer al mismo mundo al que pertenecen sus lectores. Las novelas negras americanas eran leídas por personas a las que les hablaban del mundo que conocían. Estas personas sabían que cuando ocurría un crimen, este no tenía un único culpable, y que no lo podías denunciar porque la propia policía estaba untada y tenía algo que ver con el asunto. La novela negra habla de un mundo sin Dios en el que todo es un caos absoluto. En este punto sale mi vena marxista: la ideología está velando constantemente en la realidad. Cuando se comete un crimen en estas novelas, las estructuras de clase salen a la luz inevitablemente (Benítez Florido, 2012).